viernes, 19 de junio de 2015

5 de Junio de 2015

Primero el talento, después el planteo táctico.



Gustavo Quinteros se desespera cuando alguien en vez de hacer una almohadilla de plumas para domesticar la pelota ¨pone el pecho como un ladrillo¨ … 
o ¨pone la herradura¨ en vez de sentir la pelota en los pies. 
El entrenador siente una simpatía sagrada por el toque seco y de primera; el fútbol de velocidad y justeza. 

Noboa y Miler están para mandar y dirigir por dentro. Son los interiores elegidos; razonan el partido, la jugada crece, se construye a sus ritmos,  proponen con la medida exacta de tiempo, reparten los segundos, y con ellos los claros, para que dos talentos completos como Enner y Montero no tenga que realizar un esfuerzo de más para proseguir con el trayecto de la acción. Enner ya agotó toda la literatura para el elogio, no quedan más adjetivos, ni conceptos técnicos para calificarlo. Ecuador: la pelota corta para juntarse, pero después tiene que llegar el cambio largo por dentro para sorprender frente a la puerta adversaria, eso no varía nunca. A un jugador que defiende exclusivamente prefiere uno que construya. Quinteros no lo publicita. Pero lo siente. Es una convicción con la que no se traiciona. 

Renato Ibarra extremo diestro, sin desgastarse en estériles transportes de dudoso final. Su lógica con balón es diferente; demorar a veces, interpretando los momentos del desequilibrio definitivo, guardando la pelota un segundo más; avivando la celeridad en otras. Usa el balón para desordenar al adversario. 

Crea fútbol por el recurso más inteligente: la entrega justa y cambiante. Pone balones de casi 25 metros de trayectoria en el vacío situado a espaldas de los centrales. 

AB. ROBERTO BONAFONT - @RobertoBonafont
COLUMNISTA

Romario Caicedo

Si un jugador no tiene noción de sus debilidades, difícilmente puede mejorar. La disciplina es una escuela de aprendizaje. El reto de todo p...