viernes, 5 de junio de 2020

Romario Caicedo


Si un jugador no tiene noción de sus debilidades, difícilmente puede mejorar. La disciplina es una escuela de aprendizaje. El reto de todo profesional es la evolución continua. Fatigando al imaginario espejo a través de repeticiones, para alcanzar la brillantez. Hay jugadores que dependen del físico para desequilibrar, otros de la habilidad. 
Romario Caicedo se apoya en su inteligencia y personalidad. 
Resuelve de manera espontánea, no necesita pensar demasiado. 
Todo lo convierte en una lección. Ismael Rescalvo lo reinventa como lateral profundo con desplazamientos por pasillos interiores  para entregar la pelota o temporizar a favor de Cevallos,  Rodríguez y Burbano. Con poder de simplicidad al reducir jugadas a lo elemental. 
Si un lateral no quita y crea se convierte en una carga. 
La obligación en fútbol está relacionada a lo defensivo: marcar el espacio, tomar hombre, relevar, ayudar detrás de la línea del balón. 
El secreto de la buena defensa depende más de la firmeza del hombre dentro del área que del funcionamiento. Reduce la inseguridad. Romario Caicedo es un crack mental. Más allá de líder situacional, que tiene valor en un momento y deja de tenerlo en otro. Intimida al adversario, cada vez que toca la pelota ocurre algo que le da relieve al equipo entero. Talento de arranque filoso hasta el vértice del área grande. Donde hay poco tiempo para frenar y pasar el instrumento. El siguiente paso es buscar la pelota adentro. Remata a los rincones olvidados, el balón entra despacito pidiendo permiso a la red. También tiene otros tiros, esos que crean estruendo. Los que voltean los muros, cortan la respiración y hacen caer los retratos de las paredes del estadio.
En Emelec no todo está como era entonces.

AB. ROBERTO BONAFONT
COLUMNISTA 

Romario Caicedo

Si un jugador no tiene noción de sus debilidades, difícilmente puede mejorar. La disciplina es una escuela de aprendizaje. El reto de todo p...