viernes, 24 de julio de 2015

Otro fútbol. Otra estrategia. Otro resultado.


Luis Zubeldía no tiene la dificultad de llevar al terreno lo que en la pizarra 
es claro y sencillo. Refuerza esa convicción que en fútbol resulta indispensable, 
con jugadas ensayadas diez o doscientas veces durante el entrenamiento. 
Hasta que salgan fáciles, claras y fluidas como las imágenes trazada sobre el pizarrón. Quién puede hacernos creer que las jugadas salen solas, sin estudiarlas y sin practicarlas, al soplo divino de la inspiración del jugador. 
Para Zubeldía presionar  es una forma de atacar cuando no se tiene la pelota. 
En tarea colectiva de inicio presionan los jugadores más próximos al balón, mientras el resto ocupan posiciones de repliegue. Juegan fácil. Se buscan bien. Aseguran la pelota. Y saben cuándo tienen que cambiar de corto a largo, de pausa a velocidad. Sincronización, convicción, seguridad. Fue creciendo la figura de Diego Morales, tirándose unos metros atrás para arrancar como puede, sabe y debe. Cevallos hábil, generoso  bajando, subiendo y tirándose al lateral. 
Para ocuparlo si está vacío. No para apretar a su wing. Gran factor de repunte. Fuerza y claridad.

Laboratorio y realidad: Liga intentó siempre quitarle rapidez al ritmo de juego adversario para que sea lento, pausado, casi monótono. El equipo ganó con Hidalgo, era el talento que estaba haciendo falta, por anticipo en la disputa del balón, con toque, pique al claro y nuevo toque o remate si el caso lo imponía. 
Falta un nueve de área capaz de forzar acciones penetrantes y agresivas. 
Esta historia continuará.

AB. ROBERTO BONAFONT - @RobertoBonafont
COLUMNISTA

Romario Caicedo

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