11 de septiembre
2013.
En La Paz
nuestro modelo de juego fue cambiante; el estilo inalterable. Jugamos por fuera
con amplitud, para abrir espacios por dentro.
En el 4-2-3-1, Castillo y
Saritama utilizaron posesión para
dosificar, la posesión del balón es pausa.
Con Noboa (Saritama) la amenaza
interior fue Valencia; ambos conjugaron movilidad, llegada, desdoble, y juego
al espacio.
Felipao fue móvil para la contra a la espalda del líbero Raldes;
Jaime Ayoví salía entre el medio centro y el central; Montero generó desmarques
en función del balón; rupturas sobre el lateral zurdo. No estaba en un espacio, lo ocupaba llegando y evitaba
ser referenciado. Cabezazo de Jeff que salvó Quiñones. El wing puso la pelota
en dos oportunidades a la cabeza de Guagua y los remates salieron desviados.
Jeff tejió una acción de alta exposición, tres marcas sembradas, sin final de
red.
En el segundo acto Bolivia sustrajo la pelota al juego, la escondió para
no dejar jugar al rival; Arrascaita desde lejos empujó un balón con vuelo de
gol; Domínguez no pudo controlar (1- 0). Arrascaita de más juego que lucha,
encaró y metió un tiro furioso en el
vertical. Moreno Martins provocó un remate en el horizontal. Ecuador ensayó la
reacción; Montero picó corto y llegó al área, Raldes fue al 1x1 y se derrumbó
sobre el balón: penal que Felipao lo cambió por gol, le pegó un violinazo
bárbaro y empató a uno.
El resto de tiempo sobró. Volvimos tristes de La Paz,
pensando en ganar a Uruguay. La tristeza es un sentimiento de culpa. Creamos
seis posibilidades de gol y no
facturamos. Hay que corregir, la mala memoria suele ser selectiva.
El pasado es
para reflexionar, no para repetirlo.
El
talento se educa en la calma y el carácter en la tempestad. La magia está en
volver a ser equipo; nadie predica mejor que la hormiga, y no habla.
Ab. Roberto
Bonafont - @RobertoBonafont
COLUMNISTA