Detesta la
cultura del elogio y la crítica sin sustento.
Dentro de su talento nunca el
ganar y el perder estuvieron tan unidos. "Soy todo lo que no dicen de
mí", nos dijo.
Sin dificultad para ganar el primer metro, una condición que
beneficia su juego, para superar al defensor con la fantasía que le genera su
zancada feroz.
"La gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que
hiciste, pero nunca olvidará tus errores", afirmó.
Pasa la primera línea de presión rival con traslado, y
convertido en nexo ofensivo mete el pase de 10 metros. Michael elige bien en
tiempo y forma, maneja la zona donde se necesita toque seguro. Ubica la pelota
entre el lateral y el central rivales para la entrada de un compañero.
"La felicidad en el fútbol solo es real cuando se
comparte.
Soy un buen compañero, no tengo rencores, la vida me ha golpeado
fuerte", manifestó.
Con Arroyo siempre hay un desmarque, una línea de pase para
que el equipo se vaya consolidando desde su asistencia; es desdoblamiento y
apoyo, está para cambiar el sentido de la jugada.
Cuando se lo
utiliza en ataque directo es tiro desde la frontal, pegada e intimidación,
desmarque corto que deja a la marca sin respuestas; calidad diferencial porque
tiene el partido de frente, ganador en 1x1, y segunda jugada.
Su equilibrio
ofensivo se basa en pases cortos y medios para estirar al rival.
"Si a los jugadores nos espera el olvido trataré de no
merecerlo", dijo. Una de sus virtudes más importantes es la conexión entre
líneas, que determina la efectividad de su juego combinativo.
Su fútbol es la suma de decisiones y ejecuciones. Juega a
partir de la pelota y el espacio. Cuando se ubica en zona de presión en campo
rival está obligado a recuperar antes que el rival haga dos o tres pases; para
dificultar al contrario en la siguiente acción. Presiona para jugar, no juega
para presionar.
Ab. Roberto Bonafont -@RobertoBonafont
COLUMNISTA