martes, 24 de marzo de 2015

El puesto más triste del fútbol: el arco.



Domínguez es el tipo de voladores, de los que hacen del vuelo un testimonio útil y brillante. Seguridad en balones garúas que son difíciles. Tiene una condición natural para salir a buscarlos con extrema facilidad.
Su participación en el juego va más allá de lo que detiene. Cuando va al ángulo derecho, se apoya sobre su pierna diestra, gira en el aire y se lanza para sacarla con la mano zurda. Detiene remates inatajables a quemarropa. Conocedor de los secretos del área. Razona como ariete. Cuando un atacante intenta sorprenderlo ahí está Domínguez sorprendiéndolo a él. De reflejos veloces ante cualquier situación insólita. Buena entrega de balón facilitando recepción segura a sus compañeros. Usa las manos para desviar la pelota a los costados o sobre el arco, sin ofrecer rebote frontal. Cuando abandona los palos es para aplicar un juego de prevención. 

Dreer es un intuitivo que saca provecho de sus errores, para corregir posiciones, tiempos de partida y llegada, noción de ángulos y de distancia. Ha desechado las acrobacias para hacer lo más sencillo. Transmite serenidad a todo el equipo y posee liderazgo. A sus condiciones de atajador, de arquero con recursos para jugarse en el mano a mano, le agrega la de ser buen iniciador de ataques, como primer pase ofensivo, y contraataques con entregas rápidas y certeras. Dominio absoluto del oficio de atajar y salir. Presencia y clase. 

El mejor arquero no es el que vuela mucho, sino el que evita atajar anticipándose a situaciones antes de que se conviertan en peligro. El arco es el puesto más triste de la cancha, los porteros están para impedir lo más lindo del fútbol: el gol.

AB. ROBERTO BONAFONT - @RobertoBonafont
COLUMNISTA

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