El juego de Liga puede ser analizado desde cuatro puntos de vista: la fidelidad a un concepto o estilo ; el dominio de la pelota ; la cantidad de llegadas al área adversaria y la efectividad en definición. El fútbol es un todo y las partes están conectadas entre sí, es imposible funcionar bien si no se sale jugando desde el fondo. Vega, arma vital, incansable recuperando, eje y voz de mando. Astuto con pegada. Orejuela intenso y comprometido. Sus delanteros presionan en salida, obligando al rival al envío largo o retroceden para sumarse al bloque del medio. Liga extravía el útil, y achica, se acorta, va encima de los receptores y del que tiene la pelota para no dejarlo pensar, a partir de allí elabora los ataques. Repetto no se cree más importante que el juego ni que los jugadores. Mecanizando funcionamientos en rígidos esquemas, para que el jugador no pierda espontaneidad. En fútbol todo es discutible menos el resultado. El arte del desparpajo: Anangonó puede perder cinco balones, hacer tres malas asistencias y errar dos goles, pero su tolerancia a la frustración hace que los fallos sanen de inmediato. Para el nueve terminal, hay una sola jugada trascendental: la que viene. Emelec deja que el rival proponga, lo espera, para luego atacarlo, sin dejarle tiempo para recuperarse. Aprieta donde más duele: en gestación. Lo que equilibra al juego del Bombillo es la pelota, pierde pocas y se estabiliza. Queiroz el regista, el que da en la tecla, de movilidad constante para brindar apoyos y recibir libre. Fuerte en los duelos individuales, para anticipar, se involucra en la construcción de la jugada, posee pase gol. Sentido de ubicación y mucha velocidad. No queda expuesto si tiene que defender a campo abierto. Laborioso en la presión y repliegue. Hace de complemento con Dixon, intercambia posiciones dentro-fuera y pasa amenazante al ataque. Brilla. Se anima al remate. En este fútbol de jugadores dóciles y previsibles, Queiroz la toca mucho, la tiene poco.
AB. ROBERTO BONAFONT - @RobertoBonafont
COLUMNISTA
