Barcelona domina a través de toques cortos, mantiene triángulos, para tener varias líneas de pase e ir progresando en el campo. Pocas veces juega en largo. Varios conceptos definen la idea: la amplitud, la circulación, con laterales y extremos abiertos. Jugadores que reciben a diferentes alturas para quebrar la línea de presión rival.
El objetivo de salir jugando es conseguir que aparezcan los receptores en el eje, en el centro. El propósito de poner extremos haciendo toda la banda es para que el eje no esté congestionado.
Los centrales canarios son ganadores en el mano a mano, por capacidad física, achique y anticipo. Interpretan el orden y el esfuerzo como claves del funcionamiento. Eso da libertad a la mitad de la cancha.
Ninguna muestra de carácter se sostiene sin juego. Xavier Arreaga ve claros que pareciera no existieran. Entre más dificultades se le presentan mejores respuestas tiene. Ni ignora ni desprecia el contenido del juego, hace circular la pelota, con fluidez y sentido. En cada partido deja la imagen épica que tanto atrae al aficionado. Enseña sin proponérselo: Presionar no es solo correr hacia delante. La clave de su buena defensa más allá de la firmeza y funcionamiento, el central logra que el rival no tenga margen de maniobra. Ha perfeccionado el contexto robo, conducción, pase más juego de posición. Si le llegan con pelota dominada, se mete en el área, tratando de proteger el arco o achica sobre el balón, dependiendo de la jugada. Sin crisis de confianza para salir. Recupera y va a la segura. Pasa la pelota entre dos rivales perfora línea de presión y aparecen compañeros abiertos generando pasillos, para la recepción.
Es un central con inteligencia emocional, técnica, interpretación del juego, coraje físico y espíritu colectivo. Sufrió el descrédito de los mismos que hoy lo elogian. Olvidándose que esto es fútbol. Donde a veces toca ganar o perder por detalles incontrolables.
AB. ROBERTO BONAFONT - @RobertoBonafont
COLUMNISTA