viernes, 8 de junio de 2018

Liga, más allá de la estrategia.


El destino de todo entrenador está la genialidad o error del jugador. Cuando se tiene un talento como Barcos, a veces no hace falta nada: 
él es el fútbol. No es fácil sistematizar el ingenio. Los jugadores con ingenio que juegan con clase de forma natural, son los diferentes, 
los que no pueden crear esos asombros hay que mecanizarlos; 
repetir muchas veces una acción hasta que resulte.

Liga maneja dos premisas fundamentales: presión y posesión abrumadora de balón. Todos los pases son a dos toques, salvo la devolución de la pared. Quien elige bien, ejecuta mejor. Sus jugadores intercambian posiciones para sorprender al rival. Si hay que ganar con un lanzamiento largo al delantero, también va.

La ofensiva intuitiva es cuando cada uno hace lo que le parece, entonces el porcentaje de pérdidas de balón es más grande y el contraataque oponente mayor, y más difícil de defender. Cuando se ataca de manera elaborada las pérdidas son menores y es más fácil manejar la embestida adversaria.

Uno de los motivos del éxito de Repetto, es la conexión emocional con el jugador. El medio centro posicional de poco recorrido es el eje de la oncena. Enlaza la defensa con el ataque, consigue que el equipo no se parta, desahoga el juego.

Barcos y Rodríguez son parecidos pero no iguales.

El uruguayo tiene algo de nueve y de medio campista. Se ofrece, se descuelga , se vincula a jugadas en últimos veinte metros, donde menos tiempo concede el rival. No precisa de espacio excesivo para ello. 
La sencillez de su fútbol es apabullante. De espalda al arco protege el balón con autoridad y es brillante en el giro repentino, al buen manejo de perfiles le une gran destreza en los controles orientados.

Hernán Barcos es un relámpago para filtrar pelotas de gol. Cuenta con un repertorio amplio de remates. Reacciona rápido, puede elegir entre el tiro fuerte y el colocado, sin olvidar uno de sus gestos técnicos más codiciados : la vaselina suave o picada de balón por encima del portero. Retrasa su posición para conectarse con Rodríguez. Pasa a ser nueve rezagado, sin privarse de intervenir en el juego que acostumbra: asistir o aparecer en el área. Más rápido con la pelota que sin ella.

Uno de los dos da amplitud y el otro va a recibir al claro. Nunca coinciden tirando el mismo desmarque. El contrincante no puede reducir espacios porque en todas las zonas intermedias tienen presencia. 
Están ideados para ello.

AB. ROBERTO BONAFONT - @RobertoBonafont
COLUMNISTA

Romario Caicedo

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