viernes, 4 de mayo de 2018

6 de Abril



EL CLÁSICO POR DENTRO

Barcelona llega tocando al último tercio de cancha, los goles no los suele hacer solo el nueve de referencia, sino los que mejor se mueven entre espacios comprimidos: Talentos ligeros, pies sensibles y vocación asociativa.

El canario controla el partido mediante la posesión.

Los extremos se integran a la elaboración en medio campo.

Velasco recupera a través de los dominios constantes del juego. 
No le cuesta quitar, perfilarse, girar y entregar rápido.

No se expone al bloqueo rival. Nadie puede desactivarlo. Pineida no sube mucho, pero pone la pelota donde quiere. Cuando las ideas no están claras, solo toca, para que la jugada continúe.  El circuito transcurre en la línea cambiante que describen los pases de Marques, Oyola y Eric Castillo, entre la zona de cobertura y el área rival. Existe complicidad entre estos intérpretes del mismo lenguaje. Triangulaciones precisas y constantes. Para que el nueve sea puntada final, se necesita que el medio campo elabore. Dinneno es capaz de vivir en la estreches del área. Lo fundamental en ese espacio no es cómo se administra la pelota sino qué hacer antes de recibirla. Ariete veloz para el cambio de dirección repentino. Goleador oculto de ingenio y pegada.

Los errores aislados a veces pesan más que el buen juego de Emelec. Una escuadra adiestrada para defenderse en campo adversario puede permitirse muchas improvisaciones pero no sobrevivir a centrales vacilantes. El regreso del medio centro y el volante de equilibrio da esperanza para que el desconcierto no se apodere de la contención.

Lastra roba y reparte. No hay necesidad de tirarse a los pies del rival para quitarle la pelota sino ir leyendo lo que está haciendo el adversario para interceptar el pase. Pedro Quiñonez  hace la penúltima conexión y Burbano maniobra continuamente entre las líneas rivales, metiendo gambetas inesperadas. La marca no lo detecta. Más dado a la organización, ofrece una salida permanente al compañero que lleva el balón. Sorprende cuando toca la pelota y cuando no también. Lo que desorienta al rival es la velocidad de su toque.

Ayrton está en la creación y en la finalización. Tiene entrenado el juego de la paciencia. No falla los pases, cuando ocurre lo contrario es porque los compañeros no han visto la jugada como debían. Ligereza para cambiar de dirección, excelente uno contra uno, y magnifico sentido del tiempo para meter pelotas por los pasillos que rompen el fuera de juego del adversario. Cuanto más versátil más útil para el equipo. Como extremo encara para lanzar o para que la defensa rival se tire atrás.  Como medio punta tiene gran recorrido y preludio para el gol a dos toques, sin permitir la respuesta del arquero.

AB. ROBERTO BONAFONT - @RobertoBonafont
COLUMNISTA

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