viernes, 28 de abril de 2017

Si atacas bien, defiendes mejor


Alemán: nadie cambia el balón de pie como él. Lo pisa con derecha y sale por izquierda. Controlador de juego. Inclina el cuerpo para terminar con regate devastador.  Asiste en zona muerta, a la espalda de los centrales para que Nahuelpán detecte la duda en la cobertura. 
El 4-3-3 es ideal para atacantes voraces, ganadores de  profundidad. Nahuelpán es el último toque. Resolución final. Banguera conoce el primer mandamiento del portero: poner el cuerpo detrás de las manos. Además no solo hace correcto uso de sus manos para apretar la pelota o para despedirla, si es peligroso retenerla,  también utiliza sus pies. Juega bien con los pies como último recurso. Se creía que jugar con los pies era sacar largo. Ahora jugar bien con los pies es darle la pelota a un compañero en salida. Máximo, no se queda como espectador mirando la pelota sin cerrar la jugada. Es portero de cuadro grande, obligado a intervenir pocas veces, pero todas ante peligros muy intensos, porque su equipo domina y los adversarios atacan con mucho espacio por delante. El arquero no puede quedar lejos de la jugada. No puede retroceder, porque esos metros que camina hacia atrás no le permite atacar al que llega con la pelota. Máximo es razonador e intuitivo. Decidido para ir a la pelota sin dudar. Sorprende y gana. Desde el costado casi no hay gol, el que te lo va hacer es el que está dentro del área. Banguera tiene dos maneras de identificar el peligro: orientando a sus compañeros o saliendo, anticipando. Por manejo de ángulos, cuando el delantero está cerca del portero más lejos del gol se encuentra. No puede agrandar el arco, debe achicar.
Si ataca al balón cubre mejor la entrada del ofensivo. Máximo se recupera rápido del error. 
El fallo no lo condiciona, porque el error forma parte del aprendizaje.

AB. ROBERTO BONAFONT - @RobertoBonafont
COLUMNISTA

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