lunes, 22 de mayo de 2017

Barcelona delirante


Los jugadores canarios eran piezas de un cronómetro que funcionaba al primer toque. 
Su clave fue poder hacer más movimientos en menos tiempo. Lo que en Botafogo tardaba más. Su control orientado era la base de su inteligencia táctica. Arreaga marcó y organizó juego, Marques mejoró la continuidad de la acción, José Ayoví  dio el salto y volvió a la gran escena. 
Entró en la categoría de los goleadores de los que voltean  donde ponen la zurda (1-0). Almada era el guionista que dejaba sin identidad al rival. El sentido del juego es saber qué hacer en cada momento determinado. Gestores naturales del juego, son las pequeñas sociedades. Presión con defensa arriba, posesión, circulación rápida desde el inicio. Pase de conservación; pase de progresión; pase de finalización.
Barcelona estaba en su noche, mucha alma y vuelo propio. Botafogo se olvidaba del fútbol, por querer jugar a la pelota. Alemán reflexivo y elaborado. Toque de clase desde el eje hacia las bandas. La posibilidad de dar vuelta a la pelota era para liberar espacios. La idea era tener diferentes líneas de pase y desmarque profundo al espacio. Calderón y su pausa ordenadora, enganchaba hacia fuera, distraía con el amague, imprevistos recursos.  Junto a Marques actuaron a diferentes alturas y pasillos. Ocuparon el carril central, clave para anular la transición de Botafogo. Manejaron el cambio de ritmo que es pensamiento más toma de decisión. Calderón ganó duelo a Carli, Álvez peinó la pelota, se perfiló para el pie izquierdo, pero no le gustó lo que vio y cambió el ángulo. La pelota pasó como un meteorito, al costado del arquero (2-0). Botafogo no murió el martes 2 de mayo del 2017, simplemente terminó de morir, ya había empezado su agonía doce días atrás. Histórico.

AB. ROBERTO BONAFONT - @Roberto Bonafont 
COLUMNISTA

Romario Caicedo

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