La clave de España estaba en saber dónde recuperar el balón y qué hacer cuando lo lograra. Comenzó con la liturgia del toque corto: Iniesta, Arbeloa, Negredo, Silva y su remate en el palo... El rebote para Alba y Arbeloa no tuvo final.
España evitó desconcentraciones en las zonas de inicio de juego. Prohibidas la pérdidas no esperadas, jugó a partir de la pelota.
El encuentro se detuvo en el minuto 11; todos aplaudieron la nostalgia que dejó la partida de Benítez.
El fútbol es la suma de decisiones y ejecuciones, de ahí que Iniesta tomó la lanza y golpeó el balón contra el palo; mientras que Ecuador hizo doble pivote delante de la línea de cuatro y uno posicional con Pedro Quiñónez y otro elemento más de recorrido (Castillo).
Libre de Walter Ayoví, la jugada pedía cambio de sentido. Felipao atacó el balón de cabeza y el vertical sintió la sombra de la pelota.
España fue un equipo veloz porque tomó decisiones acertadas: Cazorla comenzó la doble pared con Silva, quienes respondieron con escala, control y toque. Otra: Cazorla sacó un misil furioso, el guantazo de Banguera, Cazorla ganó el rebote y Negredo de taco le prendió fuego al arco ecuatoriano (1-0). Luego Castillo probó a Casillas desde la lejanía.
Ecuador tocó la pelota en cuatro momentos distintos: Enner Valencia en vertical, penduló entre los volantes y centrales españoles; Felipao le ofreció la línea de pase a Noboa que acompañaba la jugada; y después Cristian, en extraordinario ejercicio ofensivo, le marcó asistencia a Valencia dentro del área que terminó en un potente cabezazo que impactó en el vertical.
En España volvió la disciplina de las posiciones, esa de la tenencia de pelota como idea básica; el juego de apoyo constante, el movimiento a dos toques... Arbeloa, Tello de taco para Cazorla -el hombre faro del partido-, balón cruzado y gol.
Lo mejor de Ecuador: no esperó el balón, salió a buscarlo. No se sometió a la marcación. Jugó antes de recibir la pelota que llegó por anticipo.
Le faltó definición.
Roberto Bonafont - @RobertoBonafont
COLUMNISTA