No es mejor DT el que elige la decisión apropiada a cada problema táctico, sino el que soluciona antes que aparezca.
Costas tiene un nuevo módulo estratégico: la presión debe ejercerse sobre la pelota; presionar en la primera línea y tener agresividad para recuperar el balón; es su primer giro ofensivo.
Su equipo ahora juega fluido sin choque; eso significa tener más control; a menos interrupciones, mayor el margen para sorprender al adversario, el que no tendrá tiempo a reorganizarse sin juego detenido.
En la transición defensiva el primer argumento es que tres talentos estén cerca de la pelota, presionen y reduzcan el espacio. Campo corto, nula distancia entre líneas; bloque defensivo en el medio del terreno. Cuando se hace bien la presión el canario no realiza trayectos superiores a 20 metros.
Contrariamente, ausente la presión, está obligado al desgaste físico, por esperar al rival muy atrás, deberá realizar trayectos de 50 y 60 metros hacia la portería oponente. El legado de Costas: desde el fondo hay que salir jugando, aquello marca una identidad: atacar desde la defensa, como idea principal del juego, circulación rápida, la pelota pasada para buscar la espalda de los laterales en ataque masivo.
Está prohibido: esperar el balón; mirar como luchan los compañeros sin comprometerse; jugar cada uno su propio partido; perder los duelos de 1x1; jugar pelota larga y suponer que eso es profundizar; pensar que el gol llega de manera espontánea. Los que no marcan deben hacer sombra. Cada pase, cada movimiento, tiene un sentido para que aparezcan las combinaciones.
Todos juegan antes de recibir el balón; por desmarque o por anticipo. El que ataca tiene a su favor un arma innegociable: la iniciativa. Así el arranque del defensor adversario se produce un instante después del pique del atacante canario.
Roberto Bonafont - @RobertoBonafont
COLUMNISTA