viernes, 15 de marzo de 2013



Pedro Quiñónez lleva su condición de medio centro hasta metros finales; capaz de tirar  pases en la frontal del área grande del rival. Juega con el panorama despejado donde los demás sólo ven oscuridad. Simboliza actitud, fortaleza defensiva y  poderío en la transición. Su despliegue físico es determinante como su remate desde la lejanía. Juego vertical y aviso de peligro.
Pablo Vitti (5) en ataque estático dispara bombazo que se le saca luz al arco. Enhebra malabares con el balón,  imperturbable en su esfuerzo sin pausa, arriesga lo necesario; metiendo un giro brusco, mandándola de rastrón al gol. Audaz manija; encara con fe de ejecutante. Le pega de revés, con ese golpe de revés con que suele descubrir si el área tiene rincones ocultos.
Ariel Nahuelpan (3) hace temblar en cada arranque, penetrante y certero, apunta y mata sin demorar. Sin llevarla más metros de lo que corresponde.        
Sin desperdiciar nada, porque las oportunidades perdidas sólo sirven para ser lloradas. Posee coordinación y sentido de ritmo. Nahuelpan de físico potente que descarga kilos en el momento que ataca al balón de cabeza.
Ejecuta tiros libres ganadores y homicidas. Le sobra explosión, todo rápido en el camino más corto. Es importante en el armado de la jugada. Ha ganado reconocimiento general. Marlon de Jesús: la pelota podría caer en los pies de cualquier jugador, pero lo elige a él. Se insiste en enaltecer su olfato goleador, en elogiar la virtud de estar en el lugar correcto, en el momento exacto. Atiende al concepto de básico de este juego: el engaño, la distracción, no hace lo que anuncia. Siempre le llega el balón domado.
Es la pelota la que elige, es ella la que decide, seguramente ya lo estaba observando a Marlon en la previa del partido.

AB. Roberto Bonafont - @RobertoBonafont
COLUMNISTA

Romario Caicedo

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