Pedro
Quiñónez lleva su condición de medio centro hasta metros finales; capaz de
tirar pases en la frontal del área
grande del rival. Juega con el panorama despejado donde los demás sólo ven
oscuridad. Simboliza actitud, fortaleza defensiva y poderío en la transición. Su despliegue
físico es determinante como su remate desde la lejanía. Juego vertical y aviso
de peligro.
Pablo
Vitti (5) en ataque estático dispara bombazo que se le saca luz al arco.
Enhebra malabares con el balón,
imperturbable en su esfuerzo sin pausa, arriesga lo necesario; metiendo
un giro brusco, mandándola de rastrón al gol. Audaz manija; encara con fe de
ejecutante. Le pega de revés, con ese golpe de revés con que suele descubrir si
el área tiene rincones ocultos.
Ariel
Nahuelpan (3) hace temblar en cada arranque, penetrante y certero, apunta y
mata sin demorar. Sin llevarla más metros de lo que corresponde.
Sin
desperdiciar nada, porque las oportunidades perdidas sólo sirven para ser
lloradas. Posee coordinación y sentido de ritmo. Nahuelpan de físico potente
que descarga kilos en el momento que ataca al balón de cabeza.
Ejecuta
tiros libres ganadores y homicidas. Le sobra explosión, todo rápido en el
camino más corto. Es importante en el armado de la jugada. Ha ganado reconocimiento
general. Marlon de Jesús: la pelota podría caer en los pies de cualquier
jugador, pero lo elige a él. Se insiste en enaltecer su olfato goleador, en
elogiar la virtud de estar en el lugar correcto, en el momento exacto. Atiende
al concepto de básico de este juego: el engaño, la distracción, no hace lo que
anuncia. Siempre le llega el balón domado.
Es la pelota la que elige, es ella la que
decide, seguramente ya lo estaba observando a Marlon en la previa del partido.
AB. Roberto Bonafont - @RobertoBonafont
COLUMNISTA