viernes, 30 de noviembre de 2012


Totono

Durante catorce años debió soportar las bromas y burlas de sus amigos azules, de sus compañeros de trabajo.
"Totono, qué tristeza porque otro año más y sin coronar".    
Su respuesta era el silencio y una mirada de ojos vacíos. Como que no estaba en condiciones de comprender qué era estar feliz, a sus sesenta y siete años de vida.    
Cada temporada que el equipo iniciaba una buena campaña, Totono le sacaba punta al sentimiento de hincha: "Lo posible ya está hecho. Lo imposible lo estamos haciendo", y se esforzaba por evitar que un domingo cualquiera comenzara la catástrofe de los malos resultados.
Totono depresivo por la cachetada de la derrota, lloraba como un chico al que un camión le pisó la pelota. 
Se convertía en un abandonado, obstinado a una sola esperanza.
Aquel sábado de gloria en el Monumental las tribunas comenzaron a llenarse a partir de las nueve de la mañana, pero Totono estuvo en la general desde el amanecer.    
La vida le estaba dando una revancha.
Un rayo de alegría se mete en sus pupilas, abre la cara a la sonrisa. Se imaginaba la envidia de sus amigos burlones. Él sentía que respiraba uno de los momentos supremos de su vida. Ahora la tribuna está hecha delirio. La cancha, llena de papelitos amarillos; Totono deja que corra una lágrima traicionera por el rostro.
Cuando Barcelona da la vuelta olímpica una lluvia de serpentinas gigantes y fuegos de artificio lo va cubriendo todo. Fiesta grande a la que está prohibido describirla, es tan linda que uno puede herirla desde la pobreza de las palabras. La que provoca un nudo en el pecho de Totono, que está de pie, tirando manotazos al aire, dando saltos como un chico y sumándose al alarido general.
Su corazón se altera, un dolor interminable lo sacude desde adentro, se descompone, se acuesta en la grada y siente ese impacto áspero en medio del pecho. 
Totono alcanza a ver que su cielo se oscurece, en el preciso instante que el Ecuador entero grita "Barcelona campeón".

Ab. Roberto Bonafont - @RobertoBonafont
COLUMNISTA

Romario Caicedo

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