Así se define en el Paraíso.
Damián
Díaz comenzó a gambetear en horizontal con
la vitalidad de lo diferente, unido a la energía de un fútbol inimitable.
Michael Arroyo creó su espacio para recibir libre, con una velocidad mental
memorable, obligó a la marca a tomar el tranvía equivocado.
Descargó un remate
sin ninguna concesión, sin tregua (BSC 1–0 Cobreloa). Al minuto siguiente (7),
mala entrega de R. Oyola, que aprovechó Canio, cuando en la cobertura canaria
pesaban la desorientación y la impotencia. José Díaz colocó la pelota donde la
imaginación se propuso, y empató con un coraje sin limitaciones. Los canarios
presionaron, recuperaron el esférico y salieron
al ataque. Se desdoblaron en el momento preciso, ocupando la cancha a lo
largo y ancho. Lanzamiento de esquina de Matías Oyola, Jairo Campos por intuición
llegó antes que el arquero.
Un gol con precisión y malicia ( 2-1). Arroyo se
cortó en diagonal en una ráfaga de ingenio, hizo tres cambios de rimo en una
misma jugada, dejó 4 rivales sembrados. Sacó un tiro que metió miedo, el
silbido de la pelota por el aire se detuvo en la red (3-1), y temblaron las
columnas del Monumental. Troncoso ganó a galope corto, Roco la bajó de cabeza,
Abarca empujó la pelota de gol.
A Banguera
el olor a espanto lo enloqueció (2–3). Cobreloa creaba superioridad en
el medio con volantes y le sacaba el
balón al canario.
Barcelona marcaba con muy poca gente y comenzaba a
complicarse. Error de Erazo en salida, la pelota rebotó en Lima, Troncoso le
pasó el plumero al instrumento y empató
a tres.
Con De la Torre y Matamoros, agrandó a línea de cinco en el fondo y en
el medio tuvo más recuperación. Jairo Campos levantó una pelota con alarmante
frialdad, Díaz, un violinista vestido de jugador de fútbol, se lanzó en tijera
para el grito de la clasificación.
El arquero Palos quedó desvanecido como
algodón al aire.
Cuando entró la pelota en la portería de los ojos de Damián
Díaz salieron relámpagos.
El fútbol había alcanzado su clímax de vibración y
brutal belleza.
Ab. Roberto Bonafont - @RobertoBonafont
Columnista