viernes, 24 de agosto de 2012


Los que nunca archivan el corazón

Las lágrimas caen de pie, cuando las derrama un hombre. Zumba no es querido por su hinchada, calienta en el vestuario, no en la cancha. Si aprender es recordar, ignorar es de hecho haber olvidado. Debe darle bronca su misión, porque esta ahí para quitarle alegría a la gente, para evitar lo más pasional que tiene el fútbol que es el gol. Se percató de cómo subsisten los arqueros en cualquier cancha. Hay pasto en todos lados, menos a la sombra de los palos. Su humildad consiste en sentirse voz de su propia penuria. En fútbol, la distancia que separa la alegría de la tristeza se mide en segundos.
Contra Macará fue el héroe de Emelec, tapó como si fuera la última vez, corrigió su fortuna adversa; los dioses del fútbol le hicieron justicia a un arquero que quiso ser Cervantes y terminó siendo Quijote.
Existen jugadores proletarios que trabajan para los rococó que vuelan sobre el pasto. Para que un talento haga fútbol lírico, el otro se tiene que poner a galopar y transpirar. 
Los dos son necesarios para el equilibrio del equipo.
Luis Caicedo es el jugador del pueblo en furia: cuando llegó a Barcelona su físico no entusiasmaba a nadie. Su talento tenía pocas posibilidades de sobrevivir. Pero él guardaba aún muchos argumentos: el de la voluntad, el de la abnegación. Convenció al balón para que vaya a donde él lo deseaba, buscando los pies de un compañero o metiéndose en la red. Vivió por debajo de la línea de las ovaciones, hasta que se impuso.
La memoria no se le ha caído, su fútbol nunca está desanimado; esto es: sin alma. Juega respecto a la posición de la pelota y no del oponente. Localiza la contra a la espalda de los rivales, mantiene la excelencia de su toque, para habilitar compañeros entre una nube de piernas. Como él, pocos son capaces para dar el último pase. Su remate tiene la particularidad de que se eleva y cuando baja parece un cañón. Humilla tocando.
Ab. Roberto Bonafont - @robertobonafont
COLUMNISTA



Romario Caicedo

Si un jugador no tiene noción de sus debilidades, difícilmente puede mejorar. La disciplina es una escuela de aprendizaje. El reto de todo p...