viernes, 17 de agosto de 2012


El Clásico inmortal

La Caldera estaba vibrante, llena de emoción, alarido sin fatiga. Veintiocho mil personas teñidas de azul y amarillo cargaron sus gargantas de gritos y sus pies de saltos.
Táctica Costas: que los contrarios la toquen lo menos posible en la última etapa del ataque. Su sistema era el resultado de una enseñanza metódica y permanente. 
La última línea de cinco los defensores marcaron en diagonal o por delante en anticipo. Nunca desde detrás. Solo estaban en línea al borde del área grande. El resto de tiempo escalonándose para realizar las coberturas y ayudas colectivas. Valencia difícil de domar, soltó dos remates que fueron salvados de la raya del arco.
Díaz se encontró con una pelota picada, su tiro impensado le sacó viruta al vertical. Michael Arroyo ingresó en la segunda mitad. 
La esperanza cobraba densidad. La movilidad del recién ingresado le otorgó a su equipo entusiasmo y cambio de velocidad.
Cuando Emelec controlaba el medio campo, Arroyo de corajeada le sacó un balón a Giménez, y se la dejó cortita y al pie a Díaz. El talento del argentino alcanzó su máximo esplendor de hombre gol, lo que convirtió en inútil la revolcada de Zumba. Emelec manejaba la pelota con una monotonía agradable sin peso final: la genialidad ocurrente de Figueroa lanzando una tijera en zona minada.
Las diagonales de Mondaini que terminaron en el más allá. Damián Díaz se hamacó por afuera; el asombro lo acompañó. Con audacia ilimitada aguantó la pelota para que llegue De la Torre, quien puso balón garúa a la cabeza de Narciso. El gol tuvo genialidad, salto insólito y desenfado ofensivo. Cuando el marcador le daba la espalda a Emelec, un lanzamiento sensible de Mera dejó que Corozo en una exposición de ingenio y clase encienda la esperanza para los azules (2-1).
Sobre el final Figueroa de frentazo guio el balón hacia el destino del empate, pero Banguera aceleró su intuición, voló hacia la eternidad, atrapó la pelota con garfios y no se la pudo sacar nadie.

Roberto Bonafont @RobertoBonafont
Columnista

Romario Caicedo

Si un jugador no tiene noción de sus debilidades, difícilmente puede mejorar. La disciplina es una escuela de aprendizaje. El reto de todo p...