La cobra Jackson
Tuvo clase para someter el balón a su voluntad; improvisación impactante,
estilo contagiable.
Descolgado y libre repartió el juego.
Lo mejor: el desmarque de ruptura como extremo.
El talento individual se mostró por la exhibición del juego colectivo.
Narciso recuperó el espacio, protegió la pelota, giró para Díaz; el diez puso
calma para que la intensidad de la jugada no estropee el orden. Metió el pase
entre la doble línea rival. Jackson Quiñónez gatilló con vehemencia; su
potencia fue tal que ver la pelota era una utopía.
Logró el ángulo admirable con latigazo devastador.
La pelota cayó como hoja seca detrás del alucinado portero mantense (1-0).
El equipo al tener movilidad, tuvo opciones de pase.
Había que dar la pelota con ventaja; sin rivales encima.
En el Manta la impaciencia creó inseguridad. Narciso interpretó de medio
punta con llegada al claro. Esos metros que se alejó de los centrales le dieron
espacio para moverse y distribuir el juego, sin privarlo de aparecer en
posición de gol.
Gómez intentó frenarlo con el gesto y con los pies: penal. Narciso afinó la
puntería y sus botas fueron determinantes (2-0).
En el manifiesto del 4-2-3-1, Barcelona se alejó del modelo antiguo, pasó a
tirar un doble pivote para quitar un entre líneas. Descartando la pelota larga
como recurso sistemático.
Gruezo y Caicedo dieron más recorrido al balón, Narciso Mina asistió y, Gruezo, sacó un
remate rápido, fuerte y directo.
Para Carlitos Gruezo fue como si el fútbol se volviera a inventar. Gol,
euforia y vida (3-0).
De pronto el gran talento que dormía dentro de Jackson Quiñónez despertó
(4-0); sus goles no fueron rococó sino pasionales.
Extremo pendular que saltó de un espacio al otro, de un modelo de
conducción de balón a otro. Un felino suelto, oportunista. Su último remate
homicida fue despiadado; arquero con destino de derrota.
El bombazo atómico de gol, rompió las manos de Ramírez y le sacó viruta al
horizontal.
Ab. Roberto Bonafont
@robertobonafont
Columnista