viernes, 13 de abril de 2012


Nunca jures amor eterno

Gustavo Costas aprendió en la cancha el valor del coraje,
la importancia del esfuerzo y lo trascendente de la rebeldía.
Fue mascota, jugador y DT de Racing de Argentina.
"Es mejor salir a ganar que salir a empatar. Porque es mejor la pasión que la especulación" es su sentencia.
Son los jugadores los que condenan o salvan al equipo con sus actuaciones. Costas con ellos crea un compromiso colectivo. La filosofía de su fútbol es intensidad, presión, segundas jugadas, conquista de espacios. Le pone técnica al cerebro. La pelota, como táctica y estrategia.
La pelota, como último refugio. Enseña a sus jugadores a individualizar el éxito y el fracaso. En palabras pobres, ser o no ser. Costas fue doble campeón con Alianza Lima (2003-04) y campeón con Cerro Porteño (2005-07) de Paraguay. Al DT lo ponen nervioso los jugadores que se marcan solos. Tiene principios claros. Repite ejercicios, quiere jugadores con reacciones automáticas en defensa y en ataque. Interpreta el fútbol desde una perspectiva creativa. Modelo de juego: en su equipo se respetan las posiciones, se trata de reservarle al balón una ruta prevista. Su cuadro defiende cuando ataca, no lo toman de contra, porque los rivales que pueden hacerlo ya están marcados: inutiliza al oponente. Otra virtud es el orden con que reparte el espacio. Control de balón y ritmo de juego. El futbolista que tenga la pelota puede atender a su inspiración o elegir una de las varias opciones trabajadas en las prácticas, para que no le juegue boletos a la casualidad.
En orden reparte el esfuerzo, lo que esencial para no malgastar energías y le permite anticiparse al rival para recuperar la pelota o acercar su oferta ofensiva.
Se fue Zubeldía de Barcelona, el pasado no puede ser cambiado. Llega Costas, el futuro está en su poder. Deliciosa comedia la del fútbol; amargo drama el del fútbol.
En el balompié y en la vida nunca jures amor eterno.

Ab. Roberto Bonafont - @robertobonafont
COLUMNISTA

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