Ecuador ante Venezuela planteará un esquema 4-2-3-1. Ventajas del sistema: obligar al rival a tirar desde lejos; las zonas cercanas a nuestra área grande deben estar ocupadas y defendidas. Este planteamiento, bien aplicado, mejorará nuestro juego defensivo entre líneas. Y se aprovecharán los espacios del rival en el contraataque, al mantener a tres jugadores ofensivos escalonados (los dos mediopuntas más el delantero) en posiciones avanzadas. Obligará a los venezolanos a mantener a cuatro defensores sin posibilidad de sumarse al ataque por el peligro de la contra.
Ecuador aplicará la trampa del offside. Los equipos que defienden con el fuera de juego prefabricado son más ofensivos, porque no necesitan abroquelarse atrás para frenar al adversario. La claves de Ecuador se encuentran en la fortaleza psicológica y el poderío a balón parado. Con tenacidad se obtiene lo que se desea; la palabra imposible no tiene significado. Nos falta memoria táctica colectiva.
Saritama tiene capacidad para abrir el campo; cambiar la orientación del juego y realizar un pase en profundidad. Posee poder de duelo con su oponente directo (mediopunta). Domina situaciones 2 x 2 con mediocentros rivales. Voz de mando y capacidad de comunicación con los interiores. Vigila la zona estricta cuando el lateral se va al ataque. Piensa antes de recibir el balón.
El pressing hay que hacerlo sobre las bandas (presión, aproximación y flotación). Tres jugadores sobre el rival para sacarle el balón. ¿Por qué sobre las bandas? Para encerrar al rival entre la orilla y los tres que van a presionarlo. No convence hacer pressing cerca del área grande. Allí se debe copar los espacios. Porque el que tenga la pelota con un toque lograría desacomodar a toda la defensa ecuatoriana, además ya no se podría aplicar la acción del fuera de lugar. La última cobertura quedaría indefensa, con uno o dos integrantes de esa línea de cuatro jugados en el pressing malogrado.
Antonio Valencia es una síntesis perfecta de lo que debe ser un estratega y un extremo realizador. Rompe por afuera con manejo y ubicación. Pica desde atrás, llega al claro para juntarse con un compañero en pared larga. Entra a la cancha con una galera en cada pie, para hacer trucos imposibles y pases de magia. Encara a su marca y al que aparezca detrás, y a un tercero si hace falta.
Su fútbol es interpretación, no músculo. Los jugadores como él no se pueden inventar; si fuera así, el fútbol sería sencillo. Valencia va siempre a los papeles: "Le apunta entre los ojos al rival que lo espera". Puede tomar la batuta del equipo y moverlo a su compás.
Cristian Suárez es un solista que sabe en qué zonas conviene gambetear y en cuáles tocar; quitarle el regate a Suárez es como quitarle los arcos al fútbol. Un espíritu creativo. "Siempre tengo pensado qué voy a hacer cuando viene la pelota".
Roberto Bonafont, columnista Pateando Tachos