viernes, 2 de agosto de 2013

Benítez honró la vida


Murió "Chucho" es una manera de decir, pues su leyenda sigue viva como siempre.
De niño se ganaba la vida en Esmeraldas de lustrabotas y vendiendo diarios. Nunca se imaginó que él también ocuparía los principales titulares.
Aquel chico criado en el corazón de la pobreza fue capaz de demostrar que su credo de gambetas no admitía ateos. Creía en el cielo, y sabía que lo merecía, pero se sentía mucho mejor en la cancha.
"Chucho" aprovechó su genio convirtiéndose en símbolo de multitudes. Remataba y temblaba el mundo; estrella convocante, el joven que según confesó: "Hubiera preferido jugar sin zapatos".
En la Tri y en México se hizo héroe en la victoria y amigo en la derrota... Amigo de esos al que todos queríamos acercarle el consuelo; porque no es lo mismo vivir que honrar la vida. "Chucho" honró la vida. 
El pueblo elige a alguien y lo convierte en su símbolo. No solo es ganarle a los demás, sino ser la elección de la gente, y "Chucho" fue el campeón del pueblo. Una identidad diferente, un modo de ser propio, una voz irrenunciable a su raíz marginal. Vivió envuelto en una paz convencida. El niño que fue siempre estaba en su alma y no le era difícil sacarlo a pasear. 
En él se aunaron todas las condiciones que generan la admiración de las multitudes: goleador fantástico (164 goles en 361 partidos, los números que hicieron su leyenda), estilo humilde y poderosa simpatía personal, mezcla de pureza infantil y picardía barrial. Sufrió más golpes fuera de la cancha que dentro de ella. La vida a la que amó como nadie se le puso en contra... ¿Por qué la vida abandona a quien más la quiere?
"Chucho" halló la muerte después de dos horas de sufrimiento; cayó de espaldas, cara al cielo. Sobre una tierra lejana que no lo había visto nacer.
"Chucho", querido amigo, quédate tranquilo, que a tu funeral no faltó nadie; fueron hasta los que te tiraban bronca. El mundo de los recuerdos suele parecerse al Paraíso. No te olvidaremos. 
No existe el olvido... el olvido está lleno de memoria. En cada amigo que se va uno se va muriendo de a poco. Un amigo como tú nunca muere, de pronto se va lejos y Dios nos lo devuelve en forma de corazón. En este último largo viaje te acompañan la simpatía de los dioses y el amor de los humildes.
Ab. Roberto Bonafont - @RobertoBonafont
Columnista

Romario Caicedo

Si un jugador no tiene noción de sus debilidades, difícilmente puede mejorar. La disciplina es una escuela de aprendizaje. El reto de todo p...