Zeballos, el nuevo símbolo
Pablo Zeballos nació
como figura en Sol de América (Paraguay). La pelota latió al ritmo de sus
goles, le atrasó el reloj a la marca y sacó chapa de matador.
En Oriente Petrolero
ratificó su creatividad; no hubo tregua para los zagueros. Demostró que sabía enfriar
la pelota.
La ponía bajo el pie y todos quedaban desconcertados. Convirtió 16
goles en 14 partidos. Solo el delantero que sabe dominarse, puede dominar a los
demás. Un goleador original como Zeballos, no es aquel que no imita a nadie,
sino aquel a quien nadie puede imitar. Volvió a Sol de América con la maniobra
insólita, la jugada insospechada, dejó adversarios burlados, con su gambeta y
pique.
Su ráfaga de gol se paseó por las piolas rivales con 15 gritos. Pablo
Zeballos es de esa raza que decide un segundo antes, cuando en apariencia,
todavía no termina de dominar la pelota, entonces saca un remate fulminante y
convierte en jugada clara lo que antes era confuso y de difícil resolución. Su
buen fútbol es una larga conversación que siempre parece demasiado corta. En
Cruz Azul hizo asistencias de treinta metros que aceleraban la jugada en forma
brillante, cualquier perfil le venía bien.
Fue un jugador genial y solidario
(42 goles).
En Cerro Porteño estaba atento al compañero que se desmarcaba, del
rival que salía a buscarlo. Era otro estilo de juego, entonces mostró su
capacidad creativa y voluntad de lucha. De la suficiencia al estruendo: usaba
la distracción para salir o internarse en el área (26 goles). Con la camiseta
de Olimpia fue un creador entre líneas. Especialista en devolver paredes de
espalda. Despidió remates a balón parado y en carrera, capitalizó rebotes
perdidos en el área rival (24 goles).
Su romance tempestuoso y pasional con las
piolas no se repitió en Samara (Rusia), no pudo dejar su huella en la red (1).
El DT lo alejó del arco.
Para Emelec, Zeballos es un goleador del momento,
mañana es solo un adverbio de tiempo.
Roberto Bonafont - @RobertoBonafont
COLUMNISTA