El
jugador del año es...
Decir Narciso es otra forma de decir fútbol. Nació para la felicidad del balón que se somete a sus pies. Maneja la sabiduría que otorga el barrio, el fútbol y los años.
Decir Narciso es otra forma de decir fútbol. Nació para la felicidad del balón que se somete a sus pies. Maneja la sabiduría que otorga el barrio, el fútbol y los años.
Marca la ruta de la maniobra ofensiva, es el juego de posición hecho
persona. Actúa en el área, donde se va a matar o morir.
El arquero como damnificado y las piolas como destino. Acomoda el cuerpo y
le sobra espacio. En la zona caliente, donde el tiempo vuela, tiene la puntería
de Guillermo Tell, no hace pausas infinitas, allí donde crece la ansiedad, él
disminuye los latidos.
La tribuna, aquel lugar del diluvio de papelitos, de siluetas temblorosas y
transpiradas, que imanta las quimeras, donde el sol amarillo grita y el aire
baila. Aquella tribuna que extermina a los jugadores pobres de temperamento y a
los más talentosos les pide doble esfuerzo. Donde se califica al momento. El
futbolista acierta y factura en ovación al instante. El jugador se equivoca y
recibe reproches, también sobre el acto mismo.
Esa tribuna terminó amando a Narciso, quien salió ganador superando
fracasos. Conquistar sin riesgo es triunfar sin gloria. Prometió una vuelta
olímpica, treinta gritos y cumplió.
Cuando niño vivió en San Lorenzo por debajo de la línea de la pobreza.
Había sido educado en el temor al Supremo. La mar era su casa y nunca se
lanzaba a la cancha sin una Biblia apretada contra el pecho, bajo la camiseta.
"Siento el olor a tierra húmeda y se me viene la infancia a la memoria, es
la mejor manera de recordar quién soy.
Mi rebeldía consistía en que no quería
ser distinto, sino que lo era. A la pobreza la transformé en fuerza, en
combustible. Nunca estoy solo porque soy creyente.
Dios camina a mi lado, no
delante, porque no podría alcanzarlo. Y no va detrás, porque no lo observaría.
Dios camina a mi lado siempre".
Han caído los últimos granos de la arena del reloj.
Nadie interrumpe el
tiempo, 2012 es de Narciso.
Ab. Roberto Bonafont -
@RobertoBonafont
Columnista