viernes, 3 de febrero de 2012

Táctica Zubeldía.



El entrenador pone en las prácticas situaciones reales del partido, muy especificas. Se adapta a las distintas características de sus jugadores, sin aferrarse a un planteo fijo, rígido, sin variantes. Zubeldía contagia mucho, dialoga, inyecta moral. Un técnico estudioso, astuto, calentón, analista, intuitivo, que tiene claro lo que quiere. Que sabe como trasmitirlo a sus dirigidos. Lo critican manifestando que quiere controlar hasta el azar, pero lo cierto es que si tiene el dominio de todo, es posible que el azar esté de su parte. El entrenador cree en la motivación constante; determina el momento para darle fe y confianza al equipo.

Los nombres propios de Zubeldía:

Narciso Mina: su memoria futbolística es tan prodigiosa que puede acordarse del olor que tenía el pasto de la cancha donde hizo los últimos dos goles.

El gol le brota por la venas, de movimientos veloces y cintura privilegiada.

Banguera: El arquero debe ser desconfiado, no puede que confiar en su defensor, ni en el balón, ni en el pique del mismo. Ser desconfiado es un mandamiento.

Los arqueros no deben tener memoria. Al momento de atajar, no hay que acordarse de las grandes actuaciones, ni de los goles tontos. Atajar es todo cabeza, es concentración.

Erazo: central de firme espíritu; notable juego aéreo. Se mueve bien en espacios reducidos. Se destaca por su ubicuidad y fiereza, para jugarse la vida en cada cruce. Guerrero y metedor, de indudable sintonía con el coraje.

Cuando Matías Oyola llegó a Barcelona la crítica le prendió fuego. El no conoce de revanchas, ni venganzas, porque si llevas el cadáver de tu enemigo al hombro, los gusanos terminarán devorándote.

Matías Oyola: ha demostrado que puede ser vértice y excelente doble pivote con Amaya. Recuperando balón y en perfecto pase largo a la espalda de la defensa rival para la entrada en carrera del delantero de área.

Quitar el balón al rival siempre será mejor estrategia que esperar atrás y buscar la contra.

Matías Oyola hace saltar las alarmas. Entiende el juego: eso significa interpretar cuando tiene que tocar, cuando tiene que arriesgar y cuando no tiene que hacerlo. Regula su pique. Cuando un jugador corre demasiado, no puede leer el partido. No sabe lo que está pasando en la cancha. Un equipo que corre demasiado se descoloca. Pierde frescura mental para pensar cuando recupera la pelota.

Damián Díaz: es hábil, arma bien la pierna ejecutora. Intuye, se anticipa a los defensores. Tiene el hábito de mirar primero y cuando arranca ya ganó a la defensa rival. Pasa la pelota y el compañero la ve llegar en el aire y lee con toda claridad: la marca del balón. La pelota llega tan limpia, tan pura, que no se le desfigura una letra. Pide el balón en la puerta del área, lo esconde debajo del botín. Lo suficiente para desacomodar a la marca. Busca el ángulo, luego con la mirada le miente al arquero y define. La estampa de crack no la hace la figura o el dibujo de una gambeta, sino la actitud absoluta del jugador. Que sabe dónde está la pelota, sin mirarla, porque los ojos deben espiar la cancha y no denunciar la intención. Damián Díaz tiene espacio y ángulo, a su estilo de juego le pone música y es baile.

Romario Caicedo

Si un jugador no tiene noción de sus debilidades, difícilmente puede mejorar. La disciplina es una escuela de aprendizaje. El reto de todo p...