Los campeonatos se ganan con los fantasístas, los líricos, los talentosos, los creadores, a
condición de que los acompañen jugadores
como José Amaya de esos pivotes que nunca se borran a la hora de apretar las
bisagras y darle para adelante. ¨Yo se que mi destino es el de los anónimos
y humildes olvidados. Pero no hago drama. Porque siempre cumplí mi parte en el equipo.
Y las cinco vueltas olímpicas en
Colombia recompensan todas las ingratitudes¨. Conoce el paño como ninguno. Equilibra
y manda. No se la deja tocar al oponente. Defender no es embestir. Cuando se la
quita al delantero rival, lo hace con tanta exactitud que parece estuviera
pidiendo permiso para llevársela. Muchos medio centros por sólo mirar la
pelota, se convierten en una fábrica de claros (La atracción de la pelota).José
Amaya no está en ese guión. Es un pivote que siempre está acudiendo a las reservas
inclaudicables de su amor propio para impedir la progresión del rival.
Exigiéndole a su habilidad el mejor
atributo. Jugado entero a la generosidad
del esfuerzo. Llegó a Barcelona ablandando la pelota, reclamando un lugar en su
historia.
¿Por qué Sampaoli pidió a Eduardo Morante para la U
de Chile? Porque es un central difícil de pasar, porque en cada intento el atacante se lleva un dolor.
Está siempre
de espaldas a su arco; bien colocado. Hace que el rival juegue en
cualquier lugar de la cancha menos en su área. Consigue estar dentro de la jugada y aprendió cuándo y cómo
intervenir. Mejoró su perfil derecho. Tiene paciencia para buscar el momento del anticipo. Participación directa en segunda
jugada en zona de rebote. Su conducción-regate es diferencial para borrar al
oponente y acelerar la jugada en ataque estático. Utiliza la sabiola en las dos
áreas penales. A campo abierto se convierte en peligro, al que los espacios
facilitan mucho la toma de decisiones.
Talento: esa facilidad para el toque que asombra;
precisión para pegarle a cuarenta metros, para ponerla en el pecho de un
compañero. A esa suma de pequeñas maravillas
rococó que tiene Pablo Luguercio, le llaman talento. Y el talento es
mágico. Nace y muere cubriendo al elegido. Luguercio aclara, ordena ;fabrica
espacios de gol. Establece la pausa prudente cuando los demás corren.
Importante por el ritmo, por el vigor, por la agresividad. No le llegan las
sombras de las dudas. Trabaja el partido con la calma de los expertos. Un
duende flexible y dinámico que gana los anticipos. Su toque llega con el tiempo
justo para lograr el destino. Luguercio
siente la calma de quienes disponen de la suerte de los demás. Tiene
paciencia de pescador, un pique corto de velocista y frialdad de bisturí. Es
tal su clase, que basta que reciba una pelota en el área para escucharlo
exclamar : ¨¡grítalo tribuna!¨ Se refiere al gol que va a convertir un instante
después.
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