viernes, 20 de enero de 2012

Sólo se vive una vez.



Los campeonatos se ganan con los fantasístas,  los líricos, los talentosos, los creadores, a condición de que  los acompañen jugadores como José Amaya de esos pivotes  que nunca se borran a la hora de apretar las bisagras y darle para adelante. ¨Yo se que mi destino es el de los anónimos y humildes olvidados. Pero no hago drama. Porque siempre  cumplí mi parte en el equipo. Y las  cinco vueltas olímpicas en Colombia recompensan todas las ingratitudes¨. Conoce el paño como ninguno. Equilibra y manda. No se la deja tocar al oponente. Defender no es embestir. Cuando se la quita al delantero rival, lo hace con tanta exactitud que parece estuviera pidiendo permiso para llevársela. Muchos medio centros por sólo mirar la pelota, se convierten en una fábrica de claros (La atracción de la pelota).José Amaya no está en ese guión. Es un pivote que siempre está acudiendo a las reservas inclaudicables  de su amor propio para impedir  la progresión del rival. Exigiéndole  a su  habilidad el mejor atributo. Jugado entero a la generosidad del esfuerzo. Llegó a Barcelona ablandando la pelota, reclamando un lugar en su historia.

¿Por qué Sampaoli pidió a Eduardo Morante para la U de Chile? Porque es un central difícil de pasar, porque  en cada intento el atacante se lleva un dolor.
Está siempre  de espaldas a su arco; bien colocado. Hace que el rival juegue en cualquier lugar de la cancha menos en su área. Consigue estar  dentro de la jugada y aprendió cuándo y cómo intervenir. Mejoró su perfil derecho. Tiene paciencia para buscar el momento del  anticipo. Participación directa en segunda jugada en zona de rebote. Su conducción-regate es diferencial para borrar al oponente y acelerar la jugada en ataque estático. Utiliza la sabiola en las dos áreas penales. A campo abierto se convierte en peligro, al que los espacios facilitan mucho la toma de decisiones.

Talento: esa facilidad para el toque que asombra; precisión para pegarle a cuarenta metros, para ponerla en el pecho de un compañero. A esa suma de pequeñas maravillas  rococó que tiene Pablo Luguercio, le llaman talento. Y el talento es mágico. Nace y muere cubriendo al elegido. Luguercio aclara, ordena ;fabrica espacios de gol. Establece la pausa prudente cuando los demás corren. Importante por el ritmo, por el vigor, por la agresividad. No le llegan las sombras de las dudas. Trabaja el partido con la calma de los expertos. Un duende flexible y dinámico que gana los anticipos. Su toque llega con el tiempo justo para lograr el destino. Luguercio  siente la calma de quienes disponen de la suerte de los demás. Tiene paciencia de pescador, un pique corto de velocista y frialdad de bisturí. Es tal su clase, que basta que reciba una pelota en el área para escucharlo exclamar : ¨¡grítalo tribuna!¨ Se refiere al gol que va a convertir un instante después.
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Romario Caicedo

Si un jugador no tiene noción de sus debilidades, difícilmente puede mejorar. La disciplina es una escuela de aprendizaje. El reto de todo p...